La navidad ha llegado. Para quienes no tenemos filias religiosas podría ser otra de esas fechas que sólo tienen importancia para los demás; pero cuando has crecido en una cultura, por divergente que hayas hecho tu camino no dejas de pertenecer a ella. En mi caso la festividad tiene un dejo de nostalgia infantil, pero también es una oportunidad para la reunión y la reflexión. Este año que transcurrió de manera tan extraña, el haber alcanzado indemne el último tramo es ya un hecho que por sí mismo vale la pena celebrarse. Un avance en medio de la época oscura que nos ha tocado vivir.